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mina

domingo, 13 de marzo de 2011

Jornadas de Psicomotricidad

Hoy he asistido a una ponencia (nunca me gustará este término, creo que voy a empezar a usarlo para cuando me vaya de copas). Bueno, eso, hoy he asistido a una ponencia sobre la Psicomotricidad en la etapa de Educación Infantil.
He ido sola, lo que me ha dado la libertad de abstraerme durante la charla sin que ningún interlocutor interrumpiese mi discurso interno, pero sobre todo la posibilidad de analizar a "la peña", porque más que maestros, eran una peña que se juntó allí para hablar de tonterías y no dejarse enseñar.
Mi primera impresión fue la de que, más allá de toda moda imperante, los profes y profas (jaja!) de Educación Infantil responden a un patrón predeterminado. Toooooooooodas eran iguales: misma ropa, mismo pelo, mismo movimiento, mismos detalles florales en el pelo típicos de una niña de 5 años... Lo cual me hizo pensar: ¿nos moveremos los de Educación Física de una manera similar entre nosotros? (Somos fácilmente reconocibles. Para los que no hayáis visto nunca un profe de Educación Física: somos los que vivimos en chandal, pero con dientes, jajajajjaa!!!!)
Bueno, pues aparte de esta reflexión acerca de la personalidad colectiva de los gremios, casi se me cae la cara de vergüenza porque durante la ponencia, que duró cerca de hora y media, no pararon de sonar los putos móviles de "la peña". ¡Menos mal que era un encuentro de educadores! Me cago en la cona... pero cómo se puede ser tan imbécil de no silenciar el puto teléfono? Era una ponencia gratuita, voluntaria... no toques los cojones!
Más cosas: el discurso estuvo muy bien, muy idealista como son todas las teorías acerca de la educación (opinión propia), pero precisamente por eso fue muy entretenida. Trabajar con niños pequeños requiere de mucha paciencia, pero sobre todo de mucha observación, y en este punto se basaba la teoría de la ponente, que defendía la pedagogía no directiva durante toda la etapa de Ed. Infantil en cuanto a movimiento se refiere (y aquí podríamos empezar una discusión eterna).
Tras la ponencia se puso un vídeo de niños de diferentes edades jugando solitos: en él se veía a renacuajos de 18 meses iniciándose a las volteretas por voluntad propia, sin miedo, con la vigilancia de su profe, que únicamente ayudaba si la fuerza no era suficiente o completando estructuras de espuma para evitar golpes. En el vídeo se vieron sesiones de niños desde 12 meses a 5 años, todas ellas de pedagogía no directiva. En las sesiones de 5 años, había cerca de 25 niños jugando a saltar, trepar, correr, reptar, rodar... solos, en grupos, ambas cosas a la vez... y en ningún momento del vídeo se vio ni un solo golpe, lágrima o arañazo.
Bueno, pues los ruegos y preguntas fueron única y exclusivamente para decirle a esta buena mujer, entusiasta y muy bien preparada, que aquello era una falacia y que no se podía hacer. Hala! "Y no me vengas con milongas que yo llevo 25 años de profe haciendo lo mismo y me funciona" Dios... que cerradiños somos...
Pero claro, a los pinchos de después, que también eran gratuitos y voluntarios, se quedó todo hijo de vecino. Y aquí viene la parte deprimente, si es que aún no os habéis hundido bastante en la miseria. Al ir sola, pude dedicarme a rondar todas las mesas comechando un poco en cada una, lo que me dio la oportunidad de escuchar las conversaciones de los asistentes. Puedo agrupar las conversaciones en tres tipos:
Tipo 1: "tengo que comprarme un jersey rosa que con los marrones también queda muy mono"
Tipo 2: "puef lof pinchof no eftán nada bal" comiendo como si no hubiera un mañana
Tipo 3: "yo esta tía no sé de qué va, una rampa inclinada! si Fulanito ni siquiera sabe subirse a un escalón! jajaja" (qué graciosa eres hija mía, ya verás cuando seas mayor y lleves pañales como te vas a acordar de cuando tú si podías subir escalones)

Dijo Carmen Pascual: "no podemos quejarnos porque los niños de ahora no son como los de antes, tienen los mismos intereses que cualquier niño, pero su entorno es muy diferente al que nosotros tuvimos"

Yo añado: "y si los profes, que no les consienten una, son así de gilipollas, imagina lo gilipollas que pueden llegar a ser los padres, que les toca la fibra sensible y les consienten lo indecible. Los niños de ahora son insoportables por nuestra culpa."

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